viernes, 27 de julio de 2012

Consecuencias de las derrotas centenarias



Dicen a través del diario The Telegraph los británicos, esos a los que tanto palurdo ignaro llama hoy aliados y vecinos amistosos sin siquiera conocer su saldo negativo de victorias militares contra España, que el himno del Reino es el cuarto peor de los doscientos cinco presentes en los Juegos Olímpicos. Solo son peores el de Corea del Norte, Uruguay y Grecia.

Escudan los británicos su ataque al símbolo musical de España en que «es uno de los himnos más antiguos, que data de 1761. Su problema es la ausencia de letra.» No se halla excusa más fortuita para la espasmódica rabieta de un looser impepinable. La pataleta de quien aún examina en la piel ajada las cicatrices profundas y amargas de un combate perdido. Los vencedores, en cambio, jamás persiguen la válvula de escape del exabrupto impotente. Y eso es todo, la rabieta lánguida de unos prosaicos y avariciosos tenderos de sencillo gusto musical. No merece la atención que le han dispensado medios como El Mundo, que es lo que venimos a atacar aquí.

Las consecuencias que encadenan al que ha perdido cien guerras y mil batallas persisten por siglos y moldearán en todos ellos su educación, su idiosincrasia, su lengua y su política. Ya lo decía Valle en La lámpara maravillosa:
«Cada lengua contiene el pasado de su gente, y la lengua francesa lleva en sí, con las notas de la carmañola*, los gritos de la agonía de un rey.
La lengua de un pueblo es la lámpara de su karma [...]
Toda mudanza sustancial en los idiomas es una mudanza en las conciencias, y el alma colectiva de los pueblos, una creación del verbo más que de la raza. [...] Los idiomas nos hacen y nosotros los deshacemos.»

Los hechos, cotejados uno a uno, cantan por sí mismos honestas arias de verdad:







A diferencia del «país de tenderos», el español es un pueblo ignorante y avergonzado de su historia. Y un pueblo privado de su historia equivale a un capitán privado de la rosa de los vientos, merced a las veleidades adversas de la Fortuna, a la inercia ciclópea de los acontecimientos. Los británicos evidencian día a día no estar privados de historia, porque contra España solamente les queda Gibraltar, el arranque pueril y las cicatrices amargas del derrotado.

Hagamos de la historia un estandarte de esta entrada. Transcribimos la arenga declamada por Bernardo de Gálvez (1746-1786) frente a las tropas españolas que realizarían el asalto final contra las posiciones británicas en Pensacola (Florida), en el contexto de la Guerra de la Independencia de Estados Unidos (1775-1781):
«La hora de España está sonando y sus mejores hijos han de marchar hacia la victoria de sus armas. Muchos de vosotros habréis de morir, pero vuestro sacrificio no habrá sido en vano, porque la Patria habrá de rendiros honores y Dios habrá de recompensaros por la victoria con la infiel y enconada hereje, instigadora de todas las horas, traidora de todos los días, enemiga de todos los siglos, la pérfida Inglaterra. Sois vosotros a quienes se les ha encomendado el destino de España. ¡Ni un paso atrás, el pie siempre al frente, marcha de valientes, carga de vencedores!»
Madrugada del 8 de mayo de 1781
Martínez Láinez, Fernando, y Canales Torres, Carlos, Banderas lejanas. La exploración, conquista y defensa
por España del territorio de los actuales Estados Unidos, Editorial Edaf, Madrid: 2010, pág. 212


* Dejamos un vídeo de Youtube en el que podemos escuchar la carmañola, «canción y danza de la Revolución francesa, popular durante la época del Terror»:


miércoles, 22 de junio de 2011

La nueva bandera de la Tercera República

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Queremos proponer la nueva bandera de la Tercera República española. De todos es sabido que, si para gustos, los colores, para el buen gusto, los colores violeta, gualda y rojo forman una combinación que estéticamente no funciona. Por cierto, el violeta se lo puso a la «rojigualdaviolácea» don Alejandro Lerroux, secretario general del Partido Republicano Radical, de adscripción liberal. Sustentó su decisión en una foto en blanco y negro en la que la enseña lucía la franja inferior desteñida por la intemperie. Recordemos, de paso, que este no es el único ingrediente liberal de la progresía republicana: el famoso himno de Riego se compuso para el Trienio Liberal.

Esta historia del desteñido podría parecer superchería, pero existe una explicación de tipo químico-físico: la fuerza de la gravedad hace que el agua se concentre en la zona inferior de los tejidos, donde permanece más tiempo y, por tanto, su propiedad disolvente actúa con más eficacia.

Como el vulgo municipal y espeso que reclama una Tercera República apela a la enseña de la Segunda, queremos con esta propuesta enmendar el error de Lerroux. La nueva bandera de la III República española debería ser la siguiente. Por buen gusto y por rigor vexilológico:



La imagen se ha tomado de este sitio.

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domingo, 29 de mayo de 2011

«Mamihlapinatapai» o la virtud de la concisión


El célebre principio de economía lingüística anticipa que todo enunciado –unidad oracional mínima con significado pleno y sustentado en cierta información contextual– persigue transmitir la máxima información con los menos recursos posibles. En lo que podríamos calificar como teoría literaria, Borges pronunció un corolario a dicho principio que aplica a las composiciones literarias, los más complejos de los enunciados: «En las novelas hay mucho de inservible. Tienen que ponerle paisajes, digresiones, intervienen las opiniones del autor.» Este no viene a ser más que un corolario de una razonable conclusión de Horacio Quiroga expresada en su 'Decálogo del buen cuentista': «No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios». No pretendemos hacer aquí leyenda negra de la novela, sino ensalzar la virtud de la concisión expresiva en cualquier tipo de enunciado.

Jorge Luis Borges.
Horacio Quiroga.


Pues el mayor exponente –al menos así consta en el Guinness de los records, dice Wikipedia– de la economía lingüística humana, término cuya ambigüedad aconsejaría implantar el de ahorro lingüístico, no es otro que el apretado vocablo yagán «mamihlapinatapai». Según la definición que René Haurón recoge en A verdadera América, «mamihlapinatapai» viene a significar algo así como «mirar a los ojos de otra persona, con la esperanza de que nos invite a realizar alguna acción que ambos esperamos pero que ninguno se anima a iniciar». Las 53 sílabas que se requieren para expresar esta idea en castellano pueden resumirse solo en siete, aunque –eso hay que reconocerlo– en una sucesión de sonidos ciertamente difícil de articular. Líneas abajo se propone una adaptación más escueta y sencilla.

Muchos de los lectores de esta entrada tendrán el déjà vu de que esta palabra se parece profundamente a la expresión francesa «déjà vu», que alude a la «experiencia de sentir que se ha sido testigo o se ha experimentado previamente una situación nueva» (def.: Wikipedia). Sin duda, se trata de un déjà vu en tanto que «déjà vu» constituye otro ejemplo perfecto de economía lingüística. Por otro lado, su utilidad la ha convertido en un término enormemente exitoso en cuanto a difusión universal.

Grupo de indígenas yaganes. Casi extintos, llegaron a Tierra de Fuego hace 6.000 años. Nomadeaban en canoa y vivían de los productos del mar. Tomada de Icarito.
Tanto el acierto léxico como el ahorro lingüístico que supone la palabra «mamihlapinatapai» para la expresión humana hace conveniente que se incorpore a todas las lenguas que no dispongan de una voz equivalente. Pero no sólo por el acierto léxico y el ahorro lingüístico, sino también por la universalidad del hecho al que remite: ¡Que tire la primera piedra el que jamás haya sufrido un mamihlapinatapai!

Este vocablo se puede proponer como préstamo léxico en español con los siguientes usos: «he tenido un mamihlapinatapai imperdonable», «no es más que un mamihlapinatapai», «la impresión que me causa esta persona hace que a menudo sufra mamihlapinatapais», «los mamihlapinatapais me ponen enfermo». La palabra puede ser adaptada al castellano como «mamilapinatapai», siendo su plural «mamilapinatapais». Así mismo, en aras de una mayor economía lingüística y una mayor ligereza fónica, se proponen las adaptaciones abreviadas «pinatapai» y «lapinatapai», siendo sus respectivos plurales «pinatapais» y «lapinatapais». Personalmente, preferimos «pinatapai».

lunes, 7 de marzo de 2011

Nano el Mexicano: un pedacito de México rico en Madrid

Parece que las personas del círculo Iberoamericano, cuando han saltado el charco hacia el viejo o el nuevo continente advierten que hay un pedacito de algo que se comparte con solo mirar. Esa es la sensación que uno tiene cuando almuerza en Nano el Mexicano, un pequeño restaurante especializado en la comida popular mexicana: «Nuestros platos estrella son el menú degustación –un conjunto de carnes cocinadas de cuatro formas diferentes que se envuelven en tortillas de trigo– y los nachos con queso», comenta la responsable del restaurante con esa proverbial alegría hispanoamericana. Si dos comensales optaran por esa combinación, quedarían bien satisfechos por algo menos de 26 euros, pero en la carta se pueden encontrar quesadillas, burritos, fajitas, tacos dorados... Un sitio digno de una velada con sabor americano  para terminar saliendo a tomar algo por las cercanas zonas de marcha de Azca y Avenida del Brasil, a cinco minutos a pie. Por cierto... en este restaurante nunca faltan las tortillas de trigo para envolver la carne, como sucede a veces: !Al contrario!

Dirección: calle de Lérida, esquina con la calle de Bruno Ayllón. Paradas de metro de Estrecho y Alvarado, línea 1.


Ver mapa más grande




martes, 22 de febrero de 2011

Como volver al Edén: el parque natural de Dzanga Sangha

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Cuando en 1890 el explorador francés de origen italiano Pietro Paolo Savorgnan di Brazzà, fundador de la capital de la República del Congo, comenzó a despachar expediciones al norte del río Sangha, no sabía que sus hombres se hallaban muy cerca de descubrir uno de los hoy mejor conservados parques naturales de África. Situada entre la República Centroafricana, la República del Congo y Camerún, al norte de la inconmensurable cuenca del río Congo, la reserva de Dzanga Sangha se extiende a lo largo de 2,8 millones de hectáreas de selva tropical virgen, con más de 211 tipos distintos de árboles y en la que habitan numerosas especies de animales en estado salvaje, algunas muy amenazadas por el hombre.

Existen tres parques naturales dentro de la reserva de Dzanga Sangha, delimitados por las fronteras de los países en que está inmerso: el parque de Dzanga Ndoki, en la República Centroafricana, el de Nouabalé Ndoki, en la República del Congo, y el de Lobéké en Camerún. El más importante de los tres es el de la francófona República Centroafricana, que se extiende a lo largo de 4.000 kilómetros cuadrados. Bayanga, a 10 kilómetros de Dzanga Ndoki, es la base de las expediciones a este parque natural.

 Crepúsculo en Bayanga. Imagen tomada de aquí.

Grandes mamíferos africanos
La zona alberga una flora y una fauna tan ricas que en ella operan tres importantes organizaciones para la conservación de la naturaleza: la World Wildlife Fund for Nature, la German Cooperation of Technical Collaboration y la Wildlife Conservation Society. Dzanga Sangha se erige además como un lugar envidiable para la investigación biológica, motivo por el que las autoridades del Área Protegida Trinacional (STN, por sus siglas en francés) han elaborado un «Protocolo para la investigación» que consta nada menos que de 34 artículos.
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No en vano, en la reserva natural de Dzanga Sangha se pueden econtrar grandes mamíferos como el gorila occidental de llanura, especie amenazada cuyos sujetos miden más de metro y medio y pesan la friolera de 180 kilos; el elefante africano de bosque, aun más amenazado por su codiciado marfil, que es más duro y de un color especial; o los bongos o antílopes de bosque, mucho menos amenazados por el hombre, que destacan por su librea rojiza única entreverada de rayas blancas y por su abundante cornamenta, que crece en forma de espira hasta 95 centímetros.

Foto tomada de aquí.



Aunque las citadas especies son las más renombradas de Dzanga Sangha, sus selvas acogen otras muchas especies de mamíferos, como el chimpancé común, el papión oliva, o los mangabeis de mejillas grises. También pueden hallarse el hipopótamo común o el búfalo rojo, que tiene un tamaño más pequeño que el común por su adaptación natural al entorno selvático.

No obstante, la fauna en esta región de África es tan exuberante que en este espacio no puede hacerse justicia a su variedad: solo entre las aves, la página oficial de la reserva enumera más de 500 especies distintas.

Este paraíso natural se encuentra al sur de la República Centroafricana.

Las tribus que pueblan el «Paraíso»
Los pigmeos BaAka constituyen la etnia más extendida en la región del parque natural de Dzanga Sangha, aunque existen otras como los bantúes. En su gran paraíso, los BaAka viven tan alejados de las desnaturalizadas urbes modernas que sus inveteradas formas de vida suponen uno de los principales atractivos turísticos del parque.

Los viajeros que se adentren en la reserva pueden realizar una serie de actividades propias de su vida en la selva: la caza con redes, la recolección de plantas medicinales, el baile al estilo BaAka al son de sus milenarios ritmos, la elaboración de vino de palmera raphia, rico en vitaminas y calcio, o montar en una canoa dogout, que además son necesarias para la recoger las hojas de palmera con que se fabrica el citado vino.


A fin de fusionarse un poco más con la naturaleza de Dzanga Sangha es recomendable pernoctar en el lujoso complejo hostelero Doli Lodge, situado en las boscosas orillas del río Sangha. Son proverbiales sus puestas de sol. Entre otros lugares donde alojarse, también es recomendable el Sangha Lodge.
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Precios y vuelos desde Europa
Hay al menos cinco compañías que vuelan hasta la República Centroafricana: Air France, vía París, Libyan Airlines y Afriqiyah Airways vía Trípoli, y Royal Air Maroc e Iberia vía Casablanca. Los precios de los vuelos pueden oscilar entre 700 y 1.200 euros, en función de la disponibilidad.

La entrada al parque cuesta unos 23 euros por persona y día, a lo que hay que sumar la tarifa de alquiler de un vehículo del parque natural, que asciende a otros 15 euros por día. Por ejemplo, para visitar a los elefantes de las zonas salinas de Dzanga Sangha, cada turista tendría que pagar en torno a 45 euros y, por cazar junto a los entrañables BaAka, unos 40 euros.

Recomendaciones e información de interés:
El Ministerio de Asuntos Exteriores desaconseja visitar la República Centroafricana, a excepción de su capital, Bangui, y recomienda advertir de la estancia a la embajada española del vecino Camerún. Es obligado viajar con un visado emitido por la embajada de París de la República Centroafricana y con el carné de vacunación internacional. Las enfermedades más comunes son la fiebre amarilla, el tétanos, las hepatitis A y B, la fiebre tifoidea y la meningitis –esta última aumenta su presencia en la temporada seca, que se desarrolla entre diciembre y mayo–.

La moneda local es el franco CFA (franco CFA centroafricano), que tiene un cruce fijo con el euro: 1 euro equivale a 655,957 francos CFA y constituye un cambio más favorable que el dólar.
Links de interés:
Página oficial de la reserva de Dzanga Sangha.

Tarifas del parque.

Puede encontrar más recomendaciones sanitarias, de seguridad y sobre trámites en el Ministerio de Asuntos Exteriores español.