Cualquier persona mínimamente avezada en noches toledanas podría advertir sin esfuerzo que en las noches españolas, europeas, asiáticas y norteamericanas ha prendido la “chispa” de la paupérrima sonatina caribeña: el
reggaeton, una deplorable e híbrida degeneración del rap y el
reggae originaria de
Puerto Rico. De momento, le viene grande el calificativo de “género”; sin embargo, el 11 de febrero de 2008, la Recording Academy –presente en doce de los cincuenta estados de EE.UU.– otorgó su
Grammy al “Mejor Disco Urbano Latino” a uno de sus mayores exponentes -si no el mayor-: Calle 13. Es el tercero en sus vitrinas. El grupo lo integra una pareja de puertorriqueños, René Pérez Joglar y Eduardo José Cabra Martínez, más conocidos por sus respectivos alias, “Residente” y “Visitante”. El primero es el letrista y vivió parte de su vida en la localidad de Trujillo Alto, más concretamente en la calle 13, vía que dio nombre al grupo.
Lo preocupante es que el hito de conseguir otro Grammy constituye un paso más en el ya de por sí extenso y firme asentamiento internacional que está protagonizando el reggaeton. Sin dichos galardones, esta sonatina quedaría en los anales de la música como una curiosidad más y acaso un motivo de chiste sobre el tercermundismo. Pero el trasfondo axiológico del "género" esconde ciertos riesgos. Las secuelas sobre sus numerosos seguidores se cifrarán sobre los valores que representa el reggaeton y que quedaron obsoletos hacia los años 50. Machismo, superioridad respecto de otros colectivos –incluso algún escarceo con el racismo–, hedonismo salvaje, callejerismo y picaresca son los principales lugares comunes de este vano estilo musical. Lógicamente, el éxito ganado al calor de tales tópicos es un síntoma del agudo atraso cultural que tristemente padecen todas las islas del Caribe, exceptuando Cuba.
Es consecuencia que de premiar el reggaeton se deriva premiar los antedichos valores, amén de la ignorancia más crasa y la mediocridad más hiriente. Pero examinemos con microscopio el fenómeno, encarnado en los galardonados Calle 13. En una primera aproximación, sorprende la profundidad intelectual de sus letras y la virtuosidad verbal de la que hacen gala constantemente. De lo primero hallamos auténticas joyas en uno de sus singles más celebrados: Japón-pon. Este fragmento del estribillo puede ilustrarlo con claridad:
Residente – ¿Qué pensarán de nosotros en Japón, pon?
Debe ser bueno lo que piensan en Japón, pon.
Ricky la pegó con el Chiki, bon bon
y hasta en Hong Kong se escucha reggaeton, ton.
Japonés – Stúpilo, Hong Kong é en China.
Residente – No impolta, pero pegó la fucking gasolina.
Pegó la fucking gasolina, más que en Carolina.
Resulta, cuanto menos, deprimente que en un país tan rico culturalmente como Japón le recuerden a uno por el “Chiki, bon bon”. Pero, en fin, no se puede sacar de donde no hay. El estribillo, que da comienzo a la canción, refleja un cierto sentimiento de superioridad y de menosprecio sobre los “japos”, que se confirma unos versos más adelante. He aquí otro fragmento con tintes despectivos hacia los japoneses y los orientales en general, aderezado con una gota de machismo:
Residente – Yo me llevo a la chinita con too y sombrilla.
La monto en la carretilla
y la llevo a paseal por encima e los bonsái
y después nos paramos en Shanghai
a comer chicken patay.
Japonés – Stúpido, eso é tailandés.
Residente – ¿Qué importa si es tailandés, chino o japonés?
Too son iguales, toos hablan al revéh
too son iguales todos hablan enredao
con los ojos achinaos y comen sentaos, sin zapatos
se sientan a comer asopao de gato
y si no hay gato en el plato
pueh comen pincho e perro.
Japonés – La calne de pelo tiene mucho, mucho hielo...
Residente – ¿Mucho hierro?
Japonés – Mucho hielo.
Residente – ¿Hierro?
Japonés – Hielo.
Residente – ¿Hierro?
Japonés – Hielo...
Los alusiones del fragmento a la cultura japonesa denotan un profundísimo y exquisito conocimiento tanto de ella como de las lenguas orientales, pero es la realidad misma la que se va a encargar de destruir la canción. Todo el mundo sabe que el perro nunca ha sido un elemento de la dieta japonesa, aunque sí de la china y la coreana... pero todos son iguales, claro está. El conocimiento que tienen sobre el tema tratado es prácticamente inexistente, aunque hereditario de tópicos oscuros y ancestrales. Con todo, Calle 13 osa incluso ridiculizar gestos o costumbres de la cultura oriental básicamente mediáticas, al ponerlos en evidencia por medio de burlonas preguntas retóricas (un recurso que se repite a lo largo de toda la letra). Precede a esto otro fabuloso alarde de sabiduría sobre la cultura japonesa:
Residente – Yo lo que sé que'stán duros en la acrobasia,
en el ping-pong y en la gimnasia.
También sé que se han inventado tó
lo que te venden en una farmacia,
y que cuando les hacen un favol
bajan la cabeza sin decir “gracias”.
Japonés – Eso es palte de nuestra cultula.
Residente – ¿La cultura?
Japonés – La cultula
Residente – ¿La cultura?
Por supuesto, Calle 13 y los portorriqueños son muchísimo más molones que los orientales. Pero si hay algo que de verdad importa en géneros que tienen que ver con el
rap es la letra, la palabra, y unida a la signifado, su música, que está impresa en los golpes de voz denominados “
acentos”. No pierdan la oportunidad de deleitarse con el desbordante don de palabra de Residente cuando habla por boca de su alter ego japonés. Atención al ingenioso juego de palabras:
Japonés – Estúpilo, ¿cuál es tu estupilés?
Allá en Puelto Rico hablan mal también.
Además, allá en Puelto Rico
son todos unos blutos. No son astutos.
Nosotros en Japón somos matemáticos, algeblaicos,
cálculo, de cálculo, supercálculo...
Bueno, eso es lo que yo calculo.
Residente – Está bien, pero en Puelto Rico hay más nalga
y hay más culo, más muslo, más cadera.
Ahí en Japón lo que hay es más fucking chumbera,
y ustedes los japoneses son como el pollo pico:
amarillento y pellejúo.
Se trata de una verdadera gala de estupidez... También representa el hedonismo al que me refería al principio, aunque no expresado en su forma más salvaje. A la vez, se manifiesta el machismo retrógrado de "Acá en Puerto Rico hay más nalga y hay más culo, más muslo, más cadera". Está visto que poco quieren apreciar a la mujer en sus facetas intelectual y sentimental.
A renglón seguido, el japonés se queda sin palabras debido a la altura intelectual de la retahíla de argumentos que le cae encima. Calle 13 acaba de erigirse como un dechado de valores superiores y más válidos que los orientales. René Pérez Joglar –resulta irónico que la raíz de su segundo apellido sea “juglar”– y Eduardo José Cabra continúan la canción con palabras para la exaltación del atávico garrote frente a las artes marciales:
Japonés – Está bien, pelo acá en Japón nosotros sabemos karate. Residente – Aquí en Puelto Rico no impolta, te metemos con un bate.
En todo caso, esta disciplina japonesa se configura como predominantemente defensiva, con lo cual no es coherente catalogar como amenaza las palabras del morigerado y adelantado japonés. Más que en la lógica, la reacción del puertorriqueño radica en un ataque de hombría propio de la adolescencia. Pero, lo más penoso es que el cantante escoge "karate" por su rima consonante con “bate”, lo que destapa una vez más la envidiable virtuosidad de las plumas de René y Eduardo.
Antes de terminar, pierdan otro instante. Este es el final del estribillo de “Japón” con que abrimos el análisis pormenorizado de la canción y que se reitera en tres o cuatro ocasiones. Ahí va:
Residente – Y se la empujamos monga, sin vaselina.
Y se la empujamos monga, sin margarina.
Y se la empujamos monga, bien monga.
Es la manifestación de todos esos indicios que conducen a la conclusión de que el cantante es completamente mongolo. ¿Se le habrá evaporado el lubricante graso del cerebro?
Podrán deleitarse ustedes mismos con este vídeo de "Japón" grabado en pleno concierto. Visiten este si no les responde el link.
Letra tomada de aquí, aunque adaptada fonéticamente y corregida según la grabación original del tema.