domingo, 26 de diciembre de 2010

El hipervínculo es una nota al pie de página



El arraigo de la cultura digital ha conllevado que toda clase de información quede albergada en un espacio abierto conocido como Internet donde se vertebra a través del hipertexto, que enlaza y relaciona unas informaciones con otras y quiebra la lectura secuencial de textos. Estos rasgos se conciben en la teoría del tratamiento de la información en la red como privativos de la comunicación digital, y serían hasta tal grado privativos de ella que el uso sistemático de hipervínculos y enlaces se considera como esencia de la internet. En esta entrada discurriremos sobre la pertinencia académica de estas presuposiciones.

El hipertexto y los hipervínculos

El hipertexto se define como la referencia o el enlace de piezas informativas relacionadas con un discurso mediante links, hiperenlaces o hipervínculos, los cuales permiten tomar diferentes itinerarios o caminos durante la lectura. Los links producirían consecuencias parecidas a las que ocurren en una conversación cotidiana, en la que se comienza a hablar de un asunto y se termina en otro distinto, aunque lejanamente relacionado con el primero. El creador del concepto para el ámbito digital fue Vannevar Bush (1890-1974), científico que publicó en 1945 el artículo 'As we may think', donde se idea un sistema de acceso a vastas cantidades de documentos a fin de paliar la dispersión bibliográfica –casi no resulta necesaria aquí la lejana alusión a 'La biblioteca de Babel', ficción publicada por Borges cuatro años antes–. Fue, sin embargo,  otro científico, Theodor Nelson, el que acuñó el término «hipertexto» en 1965. Según distintos teóricos, el fenómeno del hipertexto generaría una presunta renovación en la forma de escribir, aunque en realidad se trata de la expresión digital del sistema de escritura clásico en papel.

La ruptura de la secuencialidad

Los contenidos se encuentran fragmentados en un espacio abierto como la internet, aunque se referencian unos a otros gracias a los hiperenlaces. Según algunos teóricos del tratamiento de la información en la red, esta «nueva» circunstancia –la misma, sin embargo, que la de las bibliotecas– provoca «un replanteamiento de algunos conceptos clásicos. El más importante de ellos es la ruptura de la secuencialidad o linealidad». El hipertexto sería el responsable de esa ruptura de la secuencialidad porque abre distintos itinerarios de lectura elegidos por el lector. Esta forma de escritura no secuencial aspiraría a imitar el funcionamiento real de la mente humana, aunque no es necesario acudir al soporte digital para consignar este fenómeno, muy explorado en el arte literario años antes.


La hipertextualidad analógica, es decir, las notas al pie de página (aunque existen otras expresiones de ella) son un clásico recurso de la literatura y de los estudiosos de textos ajenos. Como los hipervínculos, tienen la virtud de romper la secuencialidad de la lectura. Imagen de una página de la Historia de la Guerra del Peloponeso, de Tucídides, en la edición de Biblioteca Clásica Gredos.

Réplica digital de las funciones de las notas al pie

En realidad, los hipervínvulos son la expresión digital de las clásicas notas al pie de página. Su función es referenciar una fuente o una cita, o expresar un comentario, al margen del discurso principal, acerca de un aspecto concreto del mismo. El hipervínculo por antonomasia es el que se cultiva en Wikipedia, puesto que ahonda en cuestiones que el lector puede desconocer o que debe tener en cuenta para la comprensión definitiva de un tema. Por ejemplo, si leemos la entrada de la batalla de las Navas de Tolosa, en el lema 'Antecedentes' encontramos escrito: «Esta decisiva batalla fue el resultado de la cruzada organizada en España por el rey Alfonso VIII de Castilla, el arzobispo de Toledo Rodrigo Ximénez de Rada y el papa Inocencio III contra los almohades musulmanes que dominaban Al-Ándalus desde mediados del siglo XII». El lector no tiene por qué saber quiénes son Alfonso VIII de Castilla o el Papa Inocencio III y resulta natural que desee informarse sobre su perfil biográfico. El autor de la entrada, atento a esos naturales deseos, hipervinculó esos nombres a la entrada correspondiente de la enciclopedia digital (aquí y aquí), de modo que actúan como notas ilustrativas al pie de página –fuentes, referencias, citas...– Después de todo, las notas al pie de página constituyen una especie de hipertextualidad analógica.

Entre sus atributos destaca el de generar una quiebra de la secuencialidad de la lectura porque obligan a retirar la vista del texto para adentrarla en reflexiones, referencias o apuntes completamente exógenos que abundan en un aspecto concreto. Cuando insertamos hipervínculos en un texto digital, ¿no lo hacemos para añadirle un apunte exógeno que ahonda, aclara, explica lo que se está contando? Al igual que las notas al pie no tienen como objeto romper la secuencialidad y, sin embargo, es su naturaleza.

Los hipervínculos, por ende, son meras notas al pie de página, pero encierran una diferencia fundamentalmente económica respecto de su equivalente en el soporte papel: mientras que una nota al pie en un libro nos puede obligar a levantarnos de la mesa para acudir a otro libro de la biblioteca, el hipervínculo permite acceder a la referencia con un simple clic. Esta pretensión económica se corresponde con aquellos sueños que Vannevar Bush quiso materializar en su máquina Memex.

Antecedentes literarios de la ruptura de secuencialidad

En la teoría periodística del tratamiento de la información en la red se afirma que la internet ha generado una hibridación del receptor y el emisor en tanto que aquel se convierte en un «receptor activo/participativo en el proceso de comunicación, incluso creando información»; sin embargo este fenómeno tuvo sus primeros ensayos en la literatura de los años 50 y 60 –aunque pueden encontrarse ciertos ejemplos mucho antes–. Así, el propósito de quebrar la secuencialidad en el arte literario se ha cumplido en la obra de diversos autores. Quizá el ejemplo más flagrante sea el de Rayuela –novela publicada en 1963, dos años antes de acuñarse el término «hipertexto»–, de Julio Cortázar, en la que, según el autor*, se pretendía que los lectores –o sea, los receptores del mensaje– asumieran un rol activo y creador en el proceso comunicativo. Se podría afirmar que Rayuela se concibió para romper la secuencialidad lineal de las novelas no anotadas al pie de página. Con mucha más frecuencia se pueden hallar concepciones similares sobre la secuencialidad narrativa en el género policíaco y especialmente en los libros de elige tu propia aventura. En la novela hispanoamericana del siglo XX también se persiguió una ruptura de la secuencialidad en numerosos ensayos narrativos con el tiempo, como los llevados a cabo por Juan Rulfo en Pedro Páramo (1955) o por Julio Cortázar en el cuento «El perseguidor», publicado en 1959.

A la luz de estos hechos hay que afirmar que la voluntad de una ruptura de la secuencialidad narrativa por razones discursivas ya anidaba hace décadas en la literatura y también entre los estudiosos y comentaristas de textos lejanos o remotos en el tiempo. En tanto esto es así, dicha ruptura no constituye un rasgo privativo del soporte digital. Sí constituye, en cambio, un rasgo privativo del soporte digital la multimedialidad de la red, que permite que las notas a pie de página sean de índole audiovisual, simplemente visuales o sonoras, o bien textuales.

Existe una gran confusión entre muchos teóricos acerca de esta correspondencia de términos –uno específico de la escritura digital, otro de la escritura manuscrita–, puesto que incurren en abordar el análisis de la esfera digital como algo que quiebra la secuencia evolutiva de los soportes escritos, en lugar de observarlo como otro eslabón más de una secuencia evolutiva en la que, repentinamente, ha intermediado la tecnología digital.

En conclusión, el hipervínculo es el método que ha encontrado la tecnología digital para hacer más eficiente la nota al pie de página.

*Se recomienda ver la entrevista completa a Julio Cortázar, cuya primera parte se encuentra aquí.


viernes, 17 de diciembre de 2010

Wikileaks no pudo con Facebook en los «Person of the Year»



Si sabemos que los tiempos cambian, qué menos se puede pedir a una revista como Time (tiempo) que el obligarse a captar en su portada aquellas imágenes que reflejen los cambios trascendentales de las épocas. El último que ha estampado para siempre en su primera plana es que Facebook, con más de 500 millones de usuarios, ha revolucionado las nociones de tiempo y espacio, acercando en segundos a un clic de distancia a personas de todos los continentes. El premio que otorga Time todos los años, el célebre 'Person of the Year', ha sido en 2010 para Mark Zuckerberg, creador en 2004 de la famosa red social.

Persona del año: Zuckerberg
Time esgrime tres razones para otorgar a Zuckerberg el galardón, en detrimento de otros aspirantes, también de gran relevancia, como Julian Assange, creador de Wikileaks, o como el conservador Tea Party, de EE.UU. La primera de ellas es que ha transformado las relaciones sociales entre más de 500 millones de personas; la segunda, «por crear un nuevo sistema de intercambio de información»; la tercera —quizá la más memorable—, «por cambiar el modo en que todos vivimos nuestras vidas».

«Haber sido nombrado 'Persona del Año' por Time es un verdadero honor y el reconocimiento de cómo nuestro pequeño equipo está construyendo algo que cientos de millones de personas quieren utilizar para hacer un mundo más conectado y abierto. Soy feliz de formar parte de esto», declaró Zuckerberg en su propia página de Facebook, que tiene más de dos millones de seguidores.

Sin embargo, en las redes sociales no ha habido una gran repercusión sobre el nombramiento de Zuckerberg como «Persona del Año». Antes del dictamen de la publicación, se había creado un grupo llamado «Julian Assange for Time Person of the Year» en apoyo de la candidatura del creador de Wikileaks, con 1.010 seguidores. Assange, que dispone de más grupos de seguidores a causa del proceso judicial en que está inmerso, no ha declarado nada al respecto, pero un malestar general se ha extendido entre ellos, y acusan a Time de «servil» o de «no querer convertirlo en un héroe».

Como sucede con otros muchos, este galardón no ha podido eludir la polémica. ¿Y por qué —se preguntará el lector inquieto, pues no es mal mérito el haber socializado a más de medio millardo de personas—? Este premio no sólo lo otorga el jurado de la revista, sino que se realiza una serie de votaciones entre los lectores, cuyo dictamen ha sido tradicionalmente decisivo. Pero esta vez, no. La audiencia eligió al creador de Wikileaks, que ha puesto en un brete a la inteligencia estadounidense, aunque finalmente el australiano se quedó sin una alegría que podría haberle suavizado los difíciles momentos que atraviesa.

Sea como sea, siempre queda tiempo para interpretar polémicas en clave de humor. Y con sorna (en inglés):





lunes, 6 de diciembre de 2010

Gonzalo Martín: «Comentar la actualidad es todo el periodismo hoy día»



Nadie diría, por su apariencia, que Gonzalo Martín es vicepresidente de algo. Si se derrocharan chorros de imaginación, podría concluirse que es vicepresidente de alguna comparsa teatral, pero en realidad lo es de una compañía muy preocupada por la imagen, Arenas Entertainment Marketing. Esta es, en realidad, una incoherencia muy enriquecedora, porque su perfil profesional no puede inmiscuirse más en el ámbito de la imagen y la imaginación: es un estudioso de la transformación de la industria audiovisual. Antes de conocer a Gonzalo Martín se puede dudar de si los sentidos nos engañan, pero no después, y quizá esta misma convicción se mezcle inextricablemente con su personalidad.


Gonzalo Martín en la UC3M
Foto tomada del blog «Lo que no te han contado».

Pero por el aspecto de Gonzalo Martín tampoco es fácil imaginar que ha bregado en varias profesiones, entre ellas el periodismo —en La Gaceta de los Negocios—, después de licenciarse en Economía. Martín es crítico con la estructura publicitaria de las cuentas de resultados de los medios, porque impiden un ejercicio libre de la profesión de informar a la opinión pública. Por supuesto, el yugo publicitario cercena esa idílica oportunidad del periodista. «La clave está en poder hacer cosas por nuestra cuenta, cosas que nos interesan de verdad». Martín resuelve así el eterno conflicto entre el querer y el poder ser, siempre sesgado hacia el aspecto más platónico de la profesión.

El vicepresidente de Arenas Entertainment Marketing cree que el vídeo es la técnica narrativa más interesante, porque es mucho más efectiva y persuasiva. «Una imagen vale más que mil palabras [...] Recuerdo siempre una cita de Garci que nunca reproduzco bien: la sensación de estar subido en un autobús y mirar por la ventana, mirar lo que ocurre fuera, incluso que alguien te dice adiós y se va; esa soledad del adiós cuando alguien se va lejos... Eso sólo se puede retratar bien en vídeo», afirma entusiasmado sin olvidarse de apuntar que «el texto y el vídeo se fusionan como experiencia. Ninguno puede acabar con el otro».

Gonzalo Martín goza del mérito de haber acuñado una distinción teórica acerca de los canales de comunicación, a raíz de la instauración de la Web 2.0: que frente a la concentración de los grandes grupos empresariales de comunicación, la web participativa ha generado una internet distribuida, en la que cada uno es dueño de sus pensamientos, libre de cualquier censura y valorado no por la apariencia, sino por la relevancia de los contenidos que uno publica. Sin menoscabo de lo anterior, Martín, que es un image victim de tomo y lomo, da una especial preponderancia a una rama concreta de esa nueva internet distribuida: la videoesfera distribuida.

Hay una pregunta que desde el comienzo puede rondar la mente del lector como una mosca cojonera: ¿Es inocente esta transformación de los esquemas de relación internáuticos? En absoluto. Esta nueva circunstancia añade libertad a la web: «Yo comento y doy mi opinión sobre noticias de otro... a veces las enlazo [...] comentar la actualidad es todo el periodismo hoy día». Sin embargo, quizá la consecuencia más importante de este nuevo entorno es que «el monopolio del relato de la actualidad ya no lo tiene el periodismo [...], sino que está al alcance de cualquiera». Ese es el terreno que han abonado los blogs, cuya importancia, según Martín, no es otra que «aprender a saber lo que piensas». Los efectos de esta conducta tan veintiunesca son de una relevancia sociológica fundamental: «La clasificación de periodismo ciudadano no es interesante. O sea, me parece interesante, si quieres, como fondo sociológico de una sociedad que decide construir sus contenidos».


http://www.gonzalomartin.tv/
Portada del sitio de Gonzalo Martín: http://www.gonzalomartin.tv/.


Como economista, Martín siempre sufrirá el bendito ramalazo intelectual de la teoría económica; por ejemplo para definir cuestiones cruciales como la relación entre emisores y audiencias en términos de calidad: «La definición operativa de calidad es aquello que el cliente quiere tener al precio que está dispuesto a pagar». Según esta premisa, el mercado de la información, bien concentrado bien distribuido, tenderá a autorregularse satisfactoriamente en términos de calidad, porque publicamos para que el público lo lea, lo escuche o lo vea. Con esta convicción se ha colocado la primera piedra de esa remozada relación entre emisores y audiencias: «Una de las cosas que suceden en el mercado audiovisual ahora mismo, con la cantidad de opciones tecnológicas que hay y el fin del límite de publicación, y la traslación del contenido tradicional [...] es la personalización del comsumo: lo veo cuando quiero, como quiero, la parte que quiero y ¡ojo! Hasta con quien quiero, porque lo comparto en una red social». La Web 2.0 ha permitido este afortunado cambio de concepción de las audiencias. Parece que Martín goza con la explosión de las pústulas infectas que se apiñan en el tejido mediático. Ya somos dos.


Clique aquí para acudir a la fuente de las declaraciones de Gonzalo Martín.